Estar siempre a favor de la bondad y la vida

Se cuenta que durante 1936 se fue un muchacho a la guerra, en el bolsillo del saco su padre le dejó una pequeña carta que decía: “Hijo, no mates a nadie”.

Tal vez todos pensaríamos escribir: “Cuídate que no te maten”, pero este papá sabía que el que asesina queda muerto en vida, algo se pudre dentro de él para siempre… tal vez el corazón.

No matar implica respetar la vida, promoverla, abrazarla en el amor y acompañarla.

Insultar a alguien implica no respetar su vida.

Humillar a los demás nos hace menos humanos.

Ganar a toda costa por encima de los demás no nos hace mejores.

Estar a favor de la vida implica construir condiciones para que tengamos acceso a un trabajo digno, bien remunerado; que nuestros hogares sean un real espacio de descanso; que sirvan los camiones urbanos; que las niñas y los niños puedan ir a la escuela; que los parques estén en buenas condiciones y los podamos disfrutar en familia; que podamos caminar por las calles sin miedo a que nos asalten o roben nuestros domicilios.

Estar a favor de la vida significa que tenemos derecho a la salud y que tenemos la obligación de cuidar lo que comemos y lo que bebemos. Es enseñar a nuestras hijas e hijos a consumir golosinas saludables que además cuestan menos que los dulces chatarras.

Debemos amar nuestra propia vida, respetar la de los demás y cuidar del medio ambiente.

Actuar con bondad es actuar a favor de la vida.

¿Qué se requiere? Capacidad de servicio para ayudar a los que nos necesitan desde las cosas más simples, eso nos fortalece el espíritu. Si somos generosos, invitamos a nuestros hijos a serlo también y casi sin darnos cuenta el entorno se volverá más armonioso y una clave de entusiasmo única es ser agradecido, sí agradecer los más pequeños detalles.

Estar a favor de la vida, en fin, es buscar, encontrar y transitar por caminos de felicidad para nosotros y los que nos rodean.