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La SOLIDARIDAD en las RELACIONES ECONÓMICAS

Hoy en las creencias cristianas se celebra el día de la Resurrección, día de alegrías y esperanzas renovadas. También se vive la pandemia del Coronavirus COVID-19 entre claridades y caos, entre bondades y discriminaciones, entre individualismo y solidaridad.


Aquí es donde me quiero detener un momento, la palabra solidaridad deriva de solidum que significa sólido, fuerte, que difícilmente se deja destruir por una fuerza externa. Solidaridad tiene un sentido moral que nos vincula con la comunidad. Es responsabilidad, disciplina, trabajo conjunto.


Así en solidaridad se puede construir el bienvivir social. Esto es promover la realización personal y comunitaria manteniendo la libertad de los deseos personales.

En el aislamiento parcial que vivimos por la pandemia volvemos nuestros mirares al barrio en que vivimos, ahí cerquita buscamos lo esencial de alimentos y servicios, cuidamos más nuestra alimentación y nos damos cuenta de cuánta falta nos hace el contacto con los otros seres humanos, especialmente con aquellos que amamos.


La solidaridad es una forma ética de vivir, una posición cultural, política y económica. Es promover el bienvivir de cada uno en lo particular y de la comunidad en su conjunto. Por ello, en estos tiempos buscamos consumir los productos locales, los que hace el vecino porque conocemos de su higiene y de sus necesidades.


Se van tejiendo nuevas relaciones económicas en el mundo de la producción y el consumo. Veo en mi barrio que salen furtivamente mis vecinos por el menudo del domingo y entre semana las frutas y verduras se consumen en las tienditas y pequeños comercios, así también las tortillas, pollo y carnes rojas. Extremamos las medidas de higiene e intentamos ser más amables que otras ocasiones.


Llegan los señores a la ferretería con su debida distancia, el plomero, el herrero, el tapicero, no dejan de tener un poco de trabajo, que aunque muy disminuido los vecinos buscan los servicios.

Así, casi sin darnos cuenta, la semilla de la economía solidaria se abre camino entre la mullida tierra. Un nuevo orden mundial del manejo de la economía se avecina, la ostentación capitalista de lujos se torna engañosa, la ropa de marca, los perfumes lujosos, los carros ostentosos, están guardados… descubrimos las tiendas del barrio, los saberes de las vecinas, los quehaceres de los jóvenes, las habilidades de los señores, las sapiencias de los ancianos.


Ahora entramos a la mercería de la esquina, a la papelería de enfrente, encontramos las empanadas de doña Emilia, las tortillas de Malena, la comida preparada de Don José. Buscamos vía internet a Toto para que nos explique la tarea de ciencias, y a Fernanda para que nos dé ejercicios para los abuelitos. Llamamos a Lola para la receta de cocina y a Martha para que nos diga cómo cuidar las macetas.


Esta pandemia pasará y saldremos a la calle a mirar cómo la naturaleza volvió a respirar y nosotros ahora somos capaces de crear una nueva forma de relacionarnos, una nueva forma de consumir. La Economía Solidaria de manera insospechada habrá ganado terreno.

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