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Un espacio para el cuidado

Cuenta una leyenda que la tierra formó un ser humano y luego vino viento y le dio vida. Tierra y viento discutían sobre el nombre que debía tener aquel ser y a quien pertenecía. Fueron entonces con Júpiter, el gran dios y expusieron sus motivos:


Dijo tierra: debe llevar mi nombre y pertenecerme puesto que yo lo formé, está hecho de mi materia.


Dijo viento: debe llevar mi nombre y pertenecerme puesto que yo le di la posibilidad de vida, le di mi aliento y sin mí no tendría pensamiento ni corazón.


Júpiter reflexionó y sentenció: Tierra, cuando muera el ser humano volverá a ti, lo acogerás de nuevo en tu regazo. Viento, cuando muera el ser humano volverá a ti, su alma y conciencia estarán en ti. Y en cuanto dure su vida será Cuidado quien se ocupe de él, su nombre entonces es Cuidado.


Cuidar es inherente a nosotros, debemos proteger el medio ambiente y a aquellos con quienes nos relacionamos, velar por aquellas personas que sin conocerlas participamos juntas de la gran aventura de la vida y que tal vez sufren situaciones de guerra en otros países.



Cuidar es una tarea que la sociedad ha trasladado sobre todo a las mujeres que se ha convertido en una sobrecarga para ellas debido a que el sistema económico, como tal, poco interés tiene en el cuidado.


Es aquí donde las aportaciones de las mujeres a una nueva economía viene a enriquecer las formas como la solidaridad se manifiesta. El trabajo desde las mujeres, se entiende no sólo como el espacio de donde se remunera, sino que trabajo es todo aquello que reproduce la vida, es decir, bienes y servicios, afectos, relaciones.


Las mujeres vienen a darle el sentido de cuidado a la economía; Cuidar que todos queden incluidos, cuidar que no se dañe el medio ambiente, cuidar que sus hijas e hijos crezcan en felicidad, en el bien vivir comunitario; Cuidar que mujeres y hombres desarrollen la capacidad de cuidar.

La participación de las mujeres en el modelo de la economía solidaria posibilita que se organicen las empresas solidarias con el punto de vista de ellas y ellos. Que no sea sólo la generación de ingresos lo que importe, sino el desarrollo de las múltiples capacidades que tenemos como seres humanos, venidas de la tierra y del viento.


Se incorpora a la economía las experiencias y necesidades para cuidar mejor y esto supone el desarrollo mismo de las mujeres en todos los ámbitos, sobre todo en la toma de decisiones que permita sumar de manera real sus puntos de vista y elaborar políticas públicas para el bien vivir.


En Chihuahua, Chihuahua, México, existe una gran red de grupos liderados por mujeres que trabajan en la economía solidaria desde 2006 y que lograron que la economía social sea parte de la Ley Estatal de Desarrollo Social y Humano, hoy en día en 2017 se encuentran en un proceso de reorganización para expandir sus posibilidades, desarrollar los bienes y servicios que producen, montar una tienda solidaria a través de trueque utilizando como vehículo para ello una moneda social virtual y sobre todo impulsar aquellas políticas públicas encaminadas al mejor cuidado comunitario, es decir, al desarrollo de las capacidades y oportunidades para todas y todos.


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